Antiguamente se creían que la prostitución evitaba muchos males y hacían un bien necesario a la sociedad romana
Las películas de Hollywood dieron a conocer, supuestamente como se vivía en la Antigua Roma, quizás de manera exagerada y ofreciendo una visión equivocada de lo que ha ocurrido con la prostitución en esa época. Estamos en pleno Arde Lucus, queriendo recrear como se vivía hace 2000 años en nuestra ciudad, influidos por esa sociedad.
Para los romanos era vista tanto como un mal necesario por la lujuria que implicaba como una bendición porque permitía a los jóvenes dar rienda suelta a sus más bajos deseos sin tener que “molestar a las mujeres casadas”. Algunos autores que conocían las costumbres de la época, situaron a las personas que ofrecían su cuerpo por dinero en los espacios más despreciables de la sociedad. Pero ¿cómo funcionaba la prostitución en esta época? El oficio más viejo del mundo, aparece ya en los orígenes de la propia ciudad, los mismos fundadores de Roma fueron amamantados por una trabajadora del sexo.
El barrio donde estaban las prostitutas que prestaban servicios más baratos era el de Subura, era un nido de lujuria
Origen
En la Segunda Guerra Púnica (entre los años 218 a. C. y 201 a. C.) es cuando se empezó a entender la lujuria como una parte del ocio del ciudadano. A partir de entonces aparece como un elemento indisociable de la vida romana. Se observaba como una actividad necesaria para evitar peligros de violaciones hacia otras mujeres casadas.
Lo más habitual es que, tanto en la época de la República como del Imperio, el origen para que una mujer acabara siendo prostituta era que proviniera de una familia extremadamente pobre o que fuera abandonada al nacer, podían ser pordioseras, esclavas que eran obligadas a vender su cuerpo o era delincuentes. También había ciudadanas libres que se sentían atraídas por este tipo de vida o jóvenes violadas que optaban por este trabajo tras haber soportado la marginación.
Dentro de estos grupos había diferentes categorías y era las siguientes:
-Cortesanas. Estas eran prostitutas de lujo bellas, refinadas y con buenos modales que podían pasar meses con sus clientes. Solían ser respetadas por los hombres que las contrataban y hasta se les permitía participar en las conversaciones masculinas y dar su opinión (algo impensable para el resto de meretrices).
-Mesoneras o venteras, mujeres que no eran prostitutas como tal, pero que regentaban una posada y decidían ganarse un dinero extra manteniendo relaciones sexuales con los clientes. De hecho, era habitual que los romanos asociaran el oficio de tabernera con el de meretriz. «Estas mujeres solían estar casadas, pero a los maridos no les importaba» completan las autoras.
-Jóvenes que no tenían dinero para sobrevivir o esclavas que mantenían relaciones sexuales en un burdel.
Los clientes solían pagar entre dos y dieciséis ases, por tener relaciones sexuales con ellas, el dinero se entregaba por adelantado. Las prostitutas romanas no podían casarse con romanos libres, no podían redactar testamento ni recibir herencia. A mediados del siglo I d.C., sus servicios comenzaron a ser gravados de manera que tenían que pagar una tasa.
¿Dónde se ubicaban?
De entre todos los lugares en los que se solía practicar el sexo con prostitutas, los fornices (que eran los prostíbulos) eran los más populares, era tugurios ubicados en los barrios más concurridos. En el barrio de la Subura (poseía la peor fama de toda Roma, siendo el refugio de ladrones) se hallaban las meretrices más populares, mientras que en el Trastévere (el corazón de la ciudad) se podían encontrar los burdeles más sucios y pestilentes, estos barrios de calles estrechas habitaban en pequeñas insulae las prostitutas de la condición social más baja, sin higiene alguna y compartiendo habitaciones normalmente con compañeras de oficio,
Los dueños colocaban en sus puertas un falo de piedra pintado en rojo, como símbolo de buena suerte. Las prostitutas trabajaban en pequeñas habitaciones donde recibían a los clientes, en la puerta se colocaban el nombre de la meretriz y su especialidad sexual, estancias, pintadas con escenas obscenas.
Prácticas sexuales
Las meretrices vestían túnicas cortas de colores chillones y transparentes, según la ley, debían usar una ropa diferente a la de las matronas para evitar malos entendidos. Curiosamente para caracterizarse de romanas en la fiesta popular del Arde Lucus muchas mujeres lucen con esos colores sin saber exactamente lo que representan.
Era habitual que las prostitutas se tiñeran los cabellos de rubio o llevaban peluca, se ponían colorete y pintaban los ojos, por supuesto se afeitaban el bello corporal.
Las prostitutas fueron transgresoras, el varón era quien tenía el rol dominante socialmente, pero las meretrices lograron igualarse a ellos. Así pues, no era raro que solicitaran a sus clientes que les hicieran “sexo oral”, algo que solían posicionar a quién las practicara en un nivel inferior. Lo peor que se le podía decir a un ciudadano romano era la ser pasivo en el sexo, y estas romanas antiguas, consiguieron dominarlos en la cama.
Artículo escrito 15 junio 2024 para El Progreso de Lugo