UNA MADRE QUE NO QUIERE A SUS HIJOS, PUEDE CONVERTIRLOS EN ADULTOS FRACASADOS EN EL AMOR
No todas las mujeres desean ser madres y mucho menos han desarrollado un papel afectivo o educativo amoroso hacia sus hijos. Muchas lo son por obligación: social o porque la pareja quería tener “críos” o estos vinieron por accidente.
A terapia acuden muchas personas que describen infancias o adolescencias donde se han sentido abandonados, victimas del desamor de sus madres, nacidos del rechazo de ella o de ambos padres, y que debido a no sanar esa situación, no les va bien en el terreno sentimental.
Relatan cómo su madre adoraba a otros hermanos, o siempre estaba trabajando y apenas la veían, o le pegaba por cualquier cosa, y fueron criados por sus abuelos, tíos o otros cuidadores, ¡que resultaron ser su salvación emocional!.
Fuiste el más educado, obediente, listo y guapo del mundo, porque si no alcanzabas esa perfección, entonces más motivos tenía tu madre para no quererte, resultando ser hoy un gran frustrado. O te decantaste por ser el más rebelde para llamar su atención, para convertirte en un adulto despiadado.
Sea cual fuera tú mascara, gracias a ella y a ciertas adicciones: drogas o sexo, u otras cosas sirvieron para expresar de alguna manera todo ese dolor, pero ¿cómo liberarte de todo ese resquemor para ser feliz ahora en tu vida?.
Sigue leyendo y te lo explico
La cadena del desamor
Tu madre es así, porque ella ya se sintió no deseada al venir a este mundo, o se crio en una familia multiproblemática, sufrió abusos o no ha sido lo suficiente apoyada en su vida o ha renunciado a muchas cosas, ¡sino ha luchado por sus necesidades no puede saber cuáles son las tuyas!.
Tapó ese dolor con: alcohol, cambios de humor, adición a la comida o compras, comportándose irritable, histérica o resentida hacia el mundo, con insultos y gritos o miradas frías.
Romper esa cadena, empieza por ti mismo, no puedes obligarla a ella a ponerle remedio a su vida. Si sientes que te ha amargado tu infancia o adolescencia, empieza por cambiar el foco que tienes de odiarla a ella ¡cura tu propia herida!.
Hambre de emociones
Un niño se alimenta de: la presencia y disponibilidad constante de sus papas, con miradas de atención y sintiendo que le dedican su tiempo para sentirse aceptado, con necesidad de contacto y palabras afectivas.
Te sentirás solo y traicionado sino recibes todo esto, y el resto de tu vida buscarás compulsivamente este reconocimiento hasta de forma agresiva.
Si tu madre no te nutre con amor, te engancharás a cualquier cosa parecida y al no saber lo que quieres, te juntarás con personas que no te quieran, para ti el amor no-correspondido será tu “modus operandi”.
Trasforma tu vida
Si fuiste odiado por tu madre, te costará confiar en las mujeres, por temor a ser rechazado o buscaras incansablemente en muchas ese reconocimiento que tu mama nunca te dio, acosándolas o controlándolas.
Una mujer que fue odiada por su madre, se sentirá anulada, humillada, rivalizará con otras mujeres constantemente porque su madre la hizo sentir así. Seguramente la ha sobreprotegido para que no se fuera de su lado, usando el victimismo o la enfermedad para manipularla y que esté pegada a ella.
El rechazo y la falta de amor materno producen un estado crónico de “miedo patológico” al abandono por parte de una pareja.
Si deseas superar tu pasado y trasformar tu vida para atraer un amor lleno de paz, te sugiero:
-El primer paso es: revisa tus necesidades, emociones y deseos que han quedado escondidos en ese niño o niña que fuiste. Reparar esas heridas mejorará la manera de aceptarte y quererte cómo eres y así podrás por consiguiente, tratar positivamente y aceptar a las demás mujeres y hombres que vengan a tu vida.
-Segundo, recuerda como fue tu adolescencia, ¿a qué te enganchaste para cubrir tu vacio emocional? Responsabilízate y supera tus adicciones, seguro que encuentras varias.
-Tercero, ¿las parejas que has tenido han sido similares en la forma de ser de tu madre? O ¿eres tu el que no se compromete, y siempre huyes porque no sabes dar y recibir amor?. Rompe el patrón de repetición.
-Cuarto, toma conciencia de todo lo que paso, pon nombre a las emociones que te hicieron daño: “su desprecio me hizo sentir ira”, “sus bofetadas me hacían sentir violento”, etc. y luego comienza tu duelo, donde te despidas de aquella madre y esas escenas tan duras, pon distancia emocional y física de esa mujer que no supo quererte y sobre todo, perdónala en tu corazón a ella por lo que pasó y a ti por sentir esos pensamientos.
No traspases esas heridas a tus descendientes y nacerán libres de pecado original.
Articulo escrito para La Voz de Galicia. Edición Lugo, 22 febrero 2019